VIVA

Reflexión de Adolf Ratzka en 1989

Adolf Ratzka dando una conferencia.
Adolf Ratzka

Compartimos, en todos los sentidos, estas palabras de uno de los impulsores de la vida independiente en Europa. Primero unos datos para que le conozcáis un poco mejor.

Adolf es un referente internacional del Movimiento de Vida Independiente y de lucha por los derechos de las personas con diversidad funcional. Director y fundador del Independent Living Institute (ILI) de Suecia, miembro del Consejo del Swedish Ombudsman on Disability Issues desde 1994, fundador y miembro de la ejecutiva de la Stockholm Cooperative for Independent Living (STIL) y miembro del World Institute on Disability (Oakland – California) desde 1985. Es también uno de los fundadores de la European Network on Independent Living (ENIL) y Secretario del Comité para la Vida Independiente de la Disabled People’s International (DPI). (Congresovidaindependiente.es/adolf-ratzka/)

Muchos creen que necesitamos un cuidado especial, tierno y amoroso por parte de muchas personas con batas blancas. Cuanto más discapacitados somos, más enfermos estamos ante los ojos de nuestro entorno y más formación profesional necesitan las personas que tienen a su cargo la tarea de cuidarnos. De esta manera, la sociedad ha entregado a los profesionales el control de nuestras vidas. Muchos de nosotros hemos sido criados con la creencia de que un médico o un trabajador social es el mejor calificado para tomar decisiones sobre nuestras vidas. Cuanto más poder atribuimos a la persona de la bata blanca, menos creemos en nuestra propia fuerza. Es hora de que lleguemos a una evaluación realista de lo que otras personas pueden hacer por nosotros y de lo que podemos hacer nosotros por nosotros mismos. Es hora de que recuperemos el poder que hemos entregado a los profesionales.


Los servicios, como el transporte o la asistencia, suelen estar diseñados, controlados y gestionados por profesionales no discapacitados. Estas personas, por muy bien intencionadas que sean, simplemente no pueden comprender nuestras necesidades, estilos de vida y aspiraciones como nosotros. Como resultado, vemos sistemas de paratránsito que funcionan de lunes a viernes, como si no tuviéramos necesidad de salir de casa los fines de semana. Vemos esquemas de asistencia personal que brindan servicios solo dentro de los límites políticos de nuestras comunidades, como si nunca tuviéramos la necesidad de cruzar los límites de la ciudad. Si dejamos el diseño y el control de dichos servicios a otras personas, no debería sorprendernos que presenten soluciones que se ajusten a las necesidades de sus burocracias existentes en lugar de a las nuestras.

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